frases, obras, imágenes, ideas, sonidos, postulados y demás pedaceria espiritual, trascendente o trivial, universal o controversial, que ya son tan mias como de quienes las engendraron [caóticamente sembradas en este quimérico terruño].

sábado, 26 de abril de 2008

Antonio Fregoso I

Antonio Fregoso nació en Génova en 1444, hijo natural reconocido de Spinetta II Campofregoso,
quien formó parte de la corte milanesa de los Sforza hasta 1464. Educado al lado de su padre y hecho
caballero en 1478, entró a formar parte de la corte en Milán de Ludovico il Moro hasta que éste fue
hecho prisionero en Novara en abril de 1500. Después de este hecho y desengañado del mundo de la
política, se retiró a una villa suya en Colturano, donde se dedicó por entero al estudio y a la publicación
de obras bajo el pseudónimo de «Fileremo». Algunos investigadores sitúan la muerte de Antonio Fregoso
en 1512, probablemente en Milán, mientras que otros retrasan la fecha de su muerte hasta 1532.
Las dos composiciones que más fama le dieron fueron Doi filosofi (Milán, 1506) y Cerva bianca
(Milán, 1510), ambas de carácter alegórico. En la segunda de ellas, formada por siete cantos en octavas,
se narra la persecución por parte del poeta de una ninfa de Diana metamorfoseada en una cierva blanca,
hasta que ésta llega a la ciudad imaginaria de Erotópoli, donde la ninfa recobra su forma original y
conduce al protagonista al tempo del verdadero amor y al del amor celeste. Fregoso también escribió
sonetos burlescos y otros poemas, La contenzione di Pluto ed Iro (Milán, 1505), Il dialogo della fortuna
(Milán, 1525) y Le selve (Milán y Venecia, 1525), que no tuvieron tanta resonancia como sus dos largos
poemas alegóricos.
Por otra parte, las pesquisas para localizar datos acerca de Alonso de Lobera, el taductor castellano
de la obra, han resultado infructuosas, ya que, al parecer, la traducción del poema de Antonio Fregoso
es la única composición literaria suya de la que se tiene noticia. Las referencias en los preliminares de
la obra a su condición de capellán de Su Majestad y el dedicar la obra a Juan Vázquez de Molina, uno
de los hombres claves en el gobierno en esos años, nos sitúan a Lobera en pleno ambiente cortesano,
aspecto fundamental para entender la decisión de traducir una obra como la de Antonio Fregoso.

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